Courvoisier

Según cuenta la leyenda, en 1811, nuestro coñac llegó a manos del emperador francés Napoleón Bonaparte, quien visitó personalmente la bodega Courvoisier después de disfrutar de lo que probó. Muchos años después de este encuentro inicial, Napoleón III, sobrino y heredero de Napoleón Bonaparte, también solicitó personalmente Courvoisier y otorgó a la Maison Courvoisier el codiciado título de Fournisseur Officiel de la Maison de l’Empereur, o el proveedor oficial de la Corte Imperial de Napoleón en 1869. Debido al sello de aprobación de Napoleón, Courvoisier se hizo querido en toda Europa y se sirvió en notables ocasiones históricas alegres y adornó las mesas de muchas cortes reales.