En 1835 Manuel María González compro una pequeña bodega en Jerez a la que llamó Tío Pepe en honor a su tío, quien le había enseñado todo sobre la tradición vinícola jerezana. Pronto, ese fino se fue haciendo un nombre a tanto a nivel nacional como internacional hasta convertirse, a día de hoy, en una de las marcas españolas con mayor prestigio y reconocimiento en todo el mundo.